miércoles, 13 de mayo de 2009

El ajedrez y sus movimientos

Peón
Nada. Mover un peón sobre el tablero Nada más. Peón cuatro dama. Contra nadie. Contra el hastío. Contra la incertidumbre. Contra la zozobra. Contra el infinito. Contra la nada. Luis Ignacio Helguera

La risa, el lamento, la furia, el drama de las fichas y el jugador sobre el día y la noche; la muerte: casilla clara, casilla oscura. La muerte persiguiendo por los cuadrantes no se sabe a quien: si al jugador que rumia tenacidad y pasión o a los trebejos humedecidos, secos y vueltos a humedecer compañeros del hombre que son esas piezas por momentos colosales y vivas capaces de derrumbar al hombre más sólido para clausurarlos en el tablero de ajedrez. La vida también amando no se sabe a quien.

Cuando se juega vivimos, cunado morimos jugamos al jaque mate “el rey ha muerto”, ¡sigues vivo! con el tablero sudoroso y con las fichas en extraña posibilidad de vivir de nuevo. Acaba la partida.

Las posibilidades y despliegues de la existencia las confirma la coronación, ese peón al fondo, en octava fila, la renovación con el corazón latiendo:

Segundo movimiento extraordinario

Un peón puede, por sus sucesivos avances, llegar a última línea del tablero, si lo consigue, se dice que ese peón se corona, y el jugador que corona uno de sus peones debe transformarlo inmediatamente en cualquier pieza de su color (Roberto G. Grau, Cartilla de ajedrez).

Segundo movimiento extraordinario que permite el ajedrez concedido al Peón, pieza de sacrificio, humilde y sencilla pieza del frente de batalla; el otro movimiento extraordinario es concedido sólo al Rey: el enroque.

El desarrollo de una partida tiene su génesis (le llaman apertura, juego medio y finales de juego), pero nadie asegura por cuanto tiempo, a cuanto se reduce o a cuanto se extiende, entonces empieza a rodar la vida y el mundo en un juego sin horas solo con los días y noches del tablero…

"Porque esta vida no es -como probaros espero-, mas que un difuso tablero de complicado ajedrez. Los cuadros blancos: los días los cuadros negros: las noches... Y ante el tablero, el Destino acciona allí con los hombres, como con piezas que mueve a su capricho y sin orden... Y uno tras otro al estuche van, de la nada sin nombre." (Omar Khayyám)

…rodando por los siglos desde la India, Persia, Egipto, Grecia, España, día por día que se multiplican como los granos de trigo del sabio Sisa por un tiempo derramado, rodando por Omar Khayyám, rodando, ¡más bien saltando ese juego sin horas como caballo albi-negro!, saltando hacia el Quijote…tal vez una ocasión Alonso Quijano perdió a su dama, a su escudero y confundiendo a los molinos con caballos bestiales desde entonces se convirtió en el caballero de la triste figura. A partir de ahí cualquier empedernido del tablero al caer heredó la tristeza del Quijote. Y los saltos del caballo llegan todavía a la palabra de nuestro confabulador mexicano y de los ojos de Juan José Areola en el tablero, quizá vio sentados a reyes, pueblos, dinastías, o a Borges como esa torre escribiendo en lo alto de otra torre que sospecha a la vez que es observador y observado en los movimientos del ajedrez, que es la nostalgia de la historia del hombre. Los movimientos del ajedrez son el tiempo albi-negro.

Néstor Guillermo Palacios Valerdi

Puebla, Pue. A 13 de Mayo de 2009

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